sábado, 27 de abril de 2013

ORACION A SAN MARTIN DE PORRES PARA SOCORRO ECONOMICO


 
 
 
Señor Nuestro Jesucristo,
que dijiste "pedid y recibiréis",
humildemente te suplicamos que,
por la intercesión de San Martín de Porres,
escuches nuestros ruegos.
 
Renueva, te suplicamos,
los milagros que por su intercesión
durante su vida realizaste,
y concédenos la gracia que te pedimos
si es para bien de nuestra alma.

 
Amado San Martin de Porres:
Por la compasión con que protegiste
  a veinte jóvenes pobres y virtuosas,
dotándolas con cuatro mil pesos cada una
y por el premio que alcanzaste de Dios
para tu devoto don Mateo,
bendiciendo y aumentando sus riquezas,
socórreme, amado Padre mío Martín.
 
(Hacer la peticion)
 
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
 
 
 

ORACION AL MILAGROSO SAN MARTIN DE PORRES PARA UNA NECESIDAD AGOBIANTE

 
 
 
En esta necesidad y pena que me agobia acudo a ti,
mi protector San Martín de Porres.
 
Quiero sentir tu poderosa intercesión.
Tú, que viviste sólo para Dios y para tus hermanos,
que tan solícito fuiste en socorrer a los necesitados,
escucha a quienes admiramos tus virtudes.
 
Confío en tu poderoso valimiento para que,
intercediendo ante el Dios de bondad,
me sean perdonados mis pecados y
 me vea libre de males y desgracias.
 
Alcánzame tu espíritu de caridad y servicio
para que amorosamente te sirva
entregado a mis hermanos y a hacer el bien.
 
Padre celestial, por los méritos de tu fiel siervo
San Martín,
ayúdame en mis problemas y no permitas
 que quede confundida mi esperanza.
 
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.
 
 
 
 

jueves, 25 de abril de 2013

NOVENA A SAN MARTIN DE PORRES PARA PETICIONES

 
 
 
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
 
¡Oh Dios misericordioso, que nos disteis en el Bienaventurado Martín un modelo perfecto de humildad,
de mortificación y de caridad;
y sin mirar a su condición,
sino a la fidelidad con que os servía,
le engrandecisteis hasta glorificarle en vuestro Reino,
entre los coros de los ángeles!
Miradnos compasivo y hacednos sentir
su intercesión poderosa.
 
Y tú, beatísimo Martín, que viviste sólo para Dios
y para tus semejantes; tú, que tan
solícito fuiste  siempre en socorrer a los
necesitados, atiende piadoso a los que,
admirando tus virtudes y reconociendo tu poder,
alabamos el Señor, que tanto te ensalzó.
Haznos sentir los efectos  de tu gran caridad,
 rogando por nosotros al Señor,
que tan fielmente  premió tus méritos
con la eterna gloria.
 
Amén.
 
Rezar a continuación la meditación
y la oración del día que corresponda:
 
 
DÍA PRIMERO
 
ORIENTACIÓN
 
Al instruirse el niño Martín en las primeras
nociones propias de su edad,
comenzaba también a conocer a Dios que ya desde entonces vino a ser la razón y divisa de su conducta.
Púsose luego bajo la enseñanza de un maestro
que era barberocirujano, que en aquel tiempo
no sólo sabían el arte propio de la barbería,
sino también el de curar
las enfermedades más corrientes..
 
Preveía Martín el bien que podía prestar a sus prójimos,
y así gustaba de tal oficio gozoso de poder
ser un día útil a sus semejantes.
Donde se ve, cómo la Divina Providencia
iba orientando  a su Siervo,
preparándolo para los fines a que lo destinaba.
 
PÍDASE LA GRACIA QUE SE DESEA.
 
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
 
Oración final
 
¡Oh feliz Martín, que, contento en tu condición
de hijo de una esclava, te dejabas guiar
por la mano de Dios  ya en tu niñez;
haz que nos resignemos en todo
a los designios de la Providencia!
 A imitación tuya aceptamos gustosos
la voluntad del Señor
y sus designios sobre nosotros.
Tú nos enseñas que si somos buenos con Él,
Él será generoso con nosotros;
he aquí que queremos servirle fielmente.
Ayúdanos tú, Martín bondadoso,
y ruega por nosotros a tu amado Jesús,
Dios verdadero,
que con el Padre y el Espíritu Santo vive
y reina por los siglos de los siglos.
 
Amén.
 
 
DÍA SEGUNDO
 
FE EN DIOS
 
Era tan firme la fe de fray Martín, que suspiraba
pidiendo a Dios la gracia de morir por defenderla.
Por su parte empleaba el tiempo que le quedaba libre,
En enseñar la doctrina cristiana
a los indios y negros en Lima;
luego se iba a Limatambo,
distante media legua de la ciudad,
y a otras haciendas vecinas,
donde enseñaba a los humildes trabajadores y esclavos, consolándolos en sus trabajos y enfermedades,
e inspirándolos amor a la Cruz.
Hubiera querido multiplicarse,
para llevar a todas partes el conocimiento de Dios.
El Señor le concedió la gracia especialísima,
de actuar al parecer a la vez en dos lugares en
cuya virtud, le vemos instruyendo y consolando
a los sufridos negros en el Africa
y otros lugares apartados.
 
PÍDASE LA GRACIA QUE SE DESEA.
 
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
 
 
Oración final
 
¡Oh glorioso fray Martín,
que desde tus primeros años aprendiste a andar por
los caminos del Señor, firme siempre tu fe en Dios,
celoso por su gloria y salvación de las almas;
haz que vivamos esa misma fe, como hijos de Dios
que somos! Ruega por nosotros,
para que te imitemos en la fidelidad, y alcánzanos
las gracias particulares que sabes necesitamos,
ya que tanto puedes ante nuestro Rey Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
 
Amén.
 
 
DÍA TERCERO
 
MORTIFICACIÓN
 
Fray Martín, no obstante el conservarse
en la gracia bautismal,
se consideraba el peor de los nacidos,
 e indigno del hábito que llevaba;
y a imitación de su Santo Patriarca,
oraba casi toda la noche,
disciplinándose hasta por tres veces de un modo cruel.
No perdía ocasión de humillarse,
gozando cuando se veía despreciado o insultado.
Cuando le honraban personas distinguidas,
corría a un lugar oculto, y se disciplinaba duramente;
si no se le proporcionaba lugar a propósito,
se abofeteaba diciendo:
-Pobre infeliz ¿cuando mereciste?..,
No seas soberbio; bien conoces que eres un ruin,
que naciste para esclavo de estos señores,
y que sólo por amor a Dios
pueden sufrirte tantos religiosos santos.
 
Pídase la gracia que se desea.
 
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
 
 
Oración final
 
¡Oh Dios misericordioso, que nos diste
al humilde fray Martín,  
como ejemplo de penitencia y mortificación;
sednos propicio y olvidad nuestras infidelidades!
Y tú, purísimo Martín, que no sólo sufrías
resignado tus trabajos y enfermedades,
sino que mortificabas duramente tu inocente cuerpo;
alcánzanos del Señor el espíritu de penitencia,
con el cual, al menos, suframos con alegría
las mortificaciones de nuestros semejantes
y nuestros propios males, para que,
purificados de nuestros pecados,
 seamos aceptables a Dios
y acreedoras a tu poderosa protección.
 
Amén.
 
 
DÍA CUARTO
 
EL TAUMATURGO
 
Eran continuos los prodigios
del bienaventurado Martín
socorriendo necesitados y curando enfermos.
Algunos eran remediados al invocarle
estando ausente, y otros con sólo tocar su ropa.
Entre éstos, sucedió que visitando a don Mateo Pastor,
que le ayudaba en el socorro de los pobres,
se hallaba su señora, doña Francisca Vélez,
con un agudísimo dolor de costado sin conseguir
aliviarse  con ninguna medicina.
Al llegar el Siervo de Dios, tomó el borde de su capa
y lo acercó a la parte dolorida,
sintiéndose enteramente sana. Atónita exclamó:
- ¡ Ah! Gran Siervo de Dios es fray Martín
pues el solo contacto de su ropa me ha sanado.
Confundido fray Martín, le dijo:
-Dios sólo ha hecho esto, señora.
Dé las gracias a Dios, pues yo soy un miserable
y el mayor pecador del mundo, Dios sea bendito,
que toma tan vil instrumento para consolarla a usted,
y para que no pierda su valor el hábito
de mi padre Santo Domingo,
aunque lo lleve tan gran pecador como yo.
 
PÍDASE LA GRACIA QUE SE DESEA.
 
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
 
 
Oración final
 
¡Oh glorioso San Martín; bendecimos al Señor
por el gran poder que se dignó
otorgarte concediéndote dominio sobre la vida y la muerte! Animados por la generosidad con que derramas
 los dones de Dios, recurrimos a Ti con la mayor
confianza. Pide para nosotros más fe,
más amor a Dios y les gracias que necesitamos.
¡Todo lo esperamos de tu intercesión!
y por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor.
 
Amén.
 
 
DÍA QUINTO
 
PADRE DE LOS POBRES
 
Por la prontitud con que socorría fray Martín
a los necesitados, le llamaban Padre de los Pobres.
En multitud de casos acudió milagrosamente
 al que le llamaba, enfermo o necesitado.
Entre otros, una pobre a la que él solía socorrer,
se vio necesitada, con urgencia, de cierta cantidad.
No pudiendo ir a encontrarse con el Siervo de Dios,
clamó en estos términos, repetidas veces.
-Hermano fray Martín, tu socorro me falta,
y no puedo participarte la gran aflicción en que me hallo.
Al cabo de una hora se presenta el caritativo bienhechor, precisamente con la cantidad que ella necesitaba,
diciéndole que no se afligiese pues Dios conocía
las necesidades de los pobres y sabía remediarlas.
 
PÍDASE LA GRACIA QUE SE DESEA.
 
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
 
 
Oración final
 
Glorioso San Martín, siempre compasivo,
padre de los pobres y necesitados;
míranos con piedad y ruega siempre por nosotros, que te invocamos con fe absoluta en tu bondad y en tu poder.
No nos olvides ante este Dios, a quien
siempre serviste y adoraste. Padre, Hijo y Espíritu Santo,
a quien nosotros también queremos servir
y adorar ahora y por toda la Eternidad.
 
 Amén.
 
 
DÍA SEXTO
 
AMOR DE DIOS
 
Todo cuanto fray Martín hacía
en sus prácticas y obligaciones
y en relación con sus semejantes,
era efecto de su amor a Dios.
Cuando oraba, pues, se hallaba como en su centro:
con frecuencia perdía el uso de los sentidos,
quedando largo rato en éxtasis.
Muchos testigos dieron testimonio,
de haberle visto repetidas veces elevado
algunas varas sobre el suelo, en su celda, en la Iglesia,
y en la sala capitular conversando
con la imagen de Cristo Crucificado.
Si a esto añadimos la sublimidad del momento
en que recibía a Jesús Sacramentado
en que se sentía como en una gloria anticipada,
conversando íntimamente con su Dios,
no nos extrañará el que,
aceptando Dios tan grande amor,
 hiciera tan poderoso a su fiel y amante Siervo.
 
PÍDASE LA GRACIA QUE SE DESEA.
 
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
 
 
Oración final
 
¡Oh Dios mío, que tan generoso sois
con quien os ama con sinceridad de corazón;
os amarnos, pero deseamos amaros más y más!
Haced que por intercesión de San Martín,
aumente nuestro amor a Vos.
Y tú, Martín benditísimo, ruega por nosotros,
alcánzanos el amor puro de Dios,
que nos hará dulce el vivir según su ley.
Consíguenos también las demás gracias que sabes
necesitamos y esperáramos por tu intercesión poderosa
y los méritos de Nuestro Señor.
Amén.
 
 
DÍA SÉPTIMO
 
AL CIELO
 
Reveló Dios al bienaventurado Martín
el día y hora de su muerte mostrándose él,
desde entonces, más jovial y contento.
Cayó enfermo, y ya no pensó más que en su Dios,
sobre todo después de recibir el Santo Viático,
 sin engreírle las visitas que llegaban
a su penitente lecho de tablas.
Autoridades, prelados, dignidades eclesiásticas
y hasta el mismo Virrey Don Luis Fernández de Bobadilla,
iban a dar sus últimos encargos para el Cielo
a aquel humildísimo siervo fiel,
que con frecuencia estaba en éxtasis,
arrobado en el amor de Dios,
a quien siempre había servido.
Se cantó el credo y al decir aquellas palabras
 "se encarnó por el Espíritu Santo
de la Virgen María y se hizo hombre",
acercó al pecho el Crucifijo que tenía en sus manos,
y cerró suavemente los ojos. Todos lloraban..
 El Arzobispo exclamó:
Aprendamos a morir.
 
PÍDASE LA GRACIA QUE SE DESEA.
 
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
 
 
Oración final
 
¡Oh dichoso San Martín,
que viste coronados tus trabajos,
 tus mortificaciones, tu caridad y tu amor a Dios
 con una muerte feliz!,
¡ten compasión de nosotros!
Todos te lloran. Los necesitados y enfermos
creen perder un padre compasivo y
el remedio de sus males, y dan rienda a su dolor
llorando tu muerte; pero luego ven
que tú no los abandonas; te llaman
y tú sigues socorriéndolos y aliviando sus males.
El estar más cerca del Señor, glorioso San Martín
ha aumentado tu poder. Oye, pues, también
nuestras humildes súplicas,
pidiendo al Señor por nosotros
para que atienda nuestros ruegos.
Y que nuestra muerte sea la de los justos
por tu intercesión y los méritos
de Nuestro Señor Jesucristo.
 
Amén.
 
 
DÍA OCTAVO
 
DESPUÉS DEL TRANSITO
 
Después de la muerte de fray Martín,
 los milagros se multiplican.
El propio Notario del proceso, don Francisco Blanca,
 se hallaba con una llega en un pie,
con gran hinchazón en la pierna y grandes dolores.
Tenía que actuar al día siguiente.
 Invocó al Santo y al momento quedóse dormido;
al amanecer se halló perfectamente bien,
sin hinchazón, y la llaga seca y sana.
Entre otros prodigios, fueron muchos
 los casos de señoras que, no pudiendo
naturalmente dar a luz lo consiguieron
con felicidad al encomendarse
 al Siervo de Dios fray Martín.
 Así aconteció a una esclava
de doña Isabel Ortiz de Torres,
a doña María Beltrán,
otra señora de Arequipa,
desahuciada de los médicos,
a la que aplicaron una carta de fray Martín,
y particularmente, a doña Graciana Farfán de los Godos,
a quien libró de una infección y muerte segura.
 
PÍDASE LA GRACIA QUE SE DESEA.
 
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
 
 
Oración final
 
¡Oh bienaventurado Martín!
Si, en la tierra vivías sólo para Dios
y para tus semejantes, hoy,
que te hallas ya junto al trono
de la bondad y la misericordia,
puedes disponer mejor de sus tesoros.
Si aquí conocías donde estaba
 la necesidad para remediarla,
mejor la ves desde el Cielo donde moras.
Mira, pues, Martín bondadoso,
a los que a ti acudimos con la segura confianza
de ser oídos. No defraudes las esperanzas
de los que nos gozamos en verte ensalzado en la tierra,
como Dios te ensalzó llevándote a su gloria.
 
DÍA NOVENO
 
APOTEOSIS
 
Examinada en Roma la portentosa vida
del Siervo de Dios fray Martín
 y a instancia del Rey Felipe IV
y de todos los elementos vitales de la ciudad de Lima,
envió el Pontífice las cartas remisoriales,
nombrando jueces apostólicos
para formar el proceso solemne.
 Se comunicó a la ciudad tan fausta noticia
En la Catedral, en solemne función,
con asistencia del Virrey, Arzobispo,
demás autoridades civiles, militares y eclesiásticas
 e inmensidad de público que no cabía en el gran templo;
todos derraman copiosas lágrimas de gozo,
pues se acercaba el tiempo de ver beatificado
y canonizado a su querido fray Martín.
Unos y otros referían sus virtudes y los milagros
 obrados por Dios para confirmar
el concepto de Santo en que todos le tenían.
Hecho el proceso, y firmado
por más de ciento sesenta testigos de hechos
milagrosos, se cerró y selló ante el pueblo.
Emocionado el Arzobispo
derramando abundantes lágrimas, dijo:
 Así honra Dios a este hombre de color
que supo servirle y amarle de corazón-
 
El 29 de octubre de 1837 fue beatificado
por el Papa Gregorio XVI.
La gloriosa canonización ha sido el digno remate
 de un laborioso trabajo
intensificado en los últimos treinta años.
S. S. Juan XXIII inscribió en el catálogo
de los santos a fray Martín, el 6 de mayo de 1962.
 
PÍDASE LA GRACIA QUE SE DESEA.
 
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
 
 
Oración final 
 
¡Oh Dios, que tan gloriosamente levantas
a los abatidos y humildes, y tan generosamente
premias el sufrimiento y la caridad!
Miradnos postrados ante Vos
y glorificad a vuestro humilde siervo San Martín,
 atendiéndonos en nuestras súplicas.
Y tú, hermano nuestro benditísimo,
que ya te ves glorificado ante el trono del Señor,
 ruégale por nosotros,
tanto más dignos de compasión
cuanto más necesitados.
 
Consíguenos las gracias que te pedimos,
y que un día logremos la gloria del cielo,
donde vives bendiciendo a Dios en compañía
de los Angeles y Santos por toda la eternidad.
 
Amén.
 
 

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