Santísimo Niño Jesús,
sufriente desde tu nacimiento
hasta morir en la cruz.
Tú que elegiste nacer en la pobreza
en el portal de Belén,
que de Herodes fuiste rehén
y marchaste perseguido.
Tú al que en el pecho te laten
las penas del sojuzgado,
o al que yace confinado
te entregas como Pan Vivo,
como Cordero que al sacrificio va
para darnos a tus hermanos
una nueva oportunidad.
Mi Niño Jesús amado
que siempre eres consuelo,
ya que a nosotros te entregas
da solución a mis penas.
Tú que tendrías las manos
sangrantes por los cerrojos,
que ofenderían tus ojos
presos del odio y la afrenta.
Tú que un día a la tormenta
ordenarías sosiego,
porque cesara el trasiego
de las almas que dormían.
Tú al que en la cruz izarían
movidos de iniquidad.
Tú, Divina Majestad,
por cuya entrega pervivo.
Mi Niño Jesús amado
que siempre eres consuelo,
ya que a nosotros te entregas
da solución a mis penas.