Oh esclarecida Virgen,
Rosa celestial,
que con el
buen olor de vuestras virtudes
habéis llenado de fragancia
a toda la Iglesia de
Dios
y merecido en la gloria
una corona inmarcesible;
una corona inmarcesible;
a vuestra protección
acudimos
para que nos alcances
de vuestro celestial Esposo
de vuestro celestial Esposo
un corazón
desprendido
de las vanidades del mundo
de las vanidades del mundo