Oh esclarecida Virgen,
Rosa celestial,
que con el
buen olor de vuestras virtudes
habéis llenado de fragancia
a toda la Iglesia de
Dios
y merecido en la gloria
una corona inmarcesible;
una corona inmarcesible;
a vuestra protección
acudimos
para que nos alcances
de vuestro celestial Esposo
de vuestro celestial Esposo
un corazón
desprendido
de las vanidades del mundo
de las vanidades del mundo
¡Oh flor la más hermosa y delicada
que ha
producido la tierra americana!,
portento de la gracia y modelo de las almas
que
desean seguir de cerca
las huellas del Divino Maestro,
obtened para nosotros
las bendiciones del Señor.
las huellas del Divino Maestro,
obtened para nosotros
las bendiciones del Señor.
Proteged a la Iglesia,
sostened a las almas buenas
y
apartad del pueblo cristiano
las tinieblas de los errores
para que brille
siempre majestuosa
la luz de la Fe y para que Jesús,
vida nuestra,
reine en las
inteligencias de todos los hombres
y nos admita algún día en su eterna
y dichosa
mansión.
Amén.