del Hijo y del Espíritu Santo,
por el poder de las Tres Divinas Personas:
¡OH! Bendita y gloriosa
Ana de Bersabé de Judea,
esposa fiel y amantísima de San Joaquín,
y quien por tu humildad
y estricto cumplimiento
a la ley promulgada por Dios a Moisés
en el Monte Sinai,
fuiste elegida en las primicias de tu vejez,
para ser madre de la más pura y bendita
de todas las mujeres,
quien había de ser madre