“Si se levantan los vientos de las tentaciones,
si tropiezas en los escollos de las tribulaciones,
mira a la estrella, llama a María.
Si eres agitado por las olas de la soberbia,
de la detracción, de la ambición o de la envidia,
mira a la estrella, llama a María.
Si la ira, la avaricia o la impureza
impelen violentamente la navecilla de tu alma,
mira a María, no se aparte María de tu boca,
no se aparte de tu corazón.
“No te descaminarás si la sigues,
no desesperarás si la ruegas,
no te perderás si en Ella piensas.
Si Ella te tiene de su mano, no caerás;
si te protege, nada tendrás que temer;
no te fatigarás, si es tu guía:
llegarás felizmente a puerto, si Ella te ampara.”
Madre de misericordia,
Maestra de sacrificio escondido y silencioso,
a ti, que sales al encuentro de nosotros,
pecadores, te consagramos en este día
todo nuestro ser y todo nuestro amor;
te consagramos también nuestra vida,
nuestros trabajos, nuestras alegrías,
nuestras enfermedades y nuestros dolores.
“Tenemos necesidad de ti,