“Oh, dioses de la purificación,
creados por orden del Padre y de la Madre
que habitan el Cielo,
en el momento en que el dios
Izanagui-No-Mikoto
se bañó en la cascada estrecha de un río
cubierto por árboles permanentemente frondosos,
en la región sur!
Con todo respeto y desde el fondo del corazón,
pedimos que nos escuchen,
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tal como el caballo que oye atento
tal como el caballo que oye atento
con los oídos aguzados y que,
junto con los demás dioses
del Cielo y de la Tierra,
purifiquen todas las maldades,
desgracias y pecados.
Miroku Omikami (nombre de Dios),
protégenos y concédenos la felicidad.
De acuerdo con Tu voluntad,
aumenta la bienaventuranza
de nuestras almas.”