Amado hermano, (decir el nombre del preso):
Tú nacistes libre. Tú Espíritu Todopoderoso está libre, aunque tu cuerpo físico aparentemente no lo esté.
El, que es tu Presencia Divina, está dentro de tí, te acompaña siempre, y si estás realmente arrepentido y corregido del pecado que te llevó a esa situación, yo invoco a esa Presencia Espiritual en tí y le pido que te saque en libertad, esa libertad que a todo ser viviente le corresponde por derecho de conciencia.
En nombre de esa Divina Presencia en mí, digo: “YO SOY” AQUEL que te libera de tus pecados y vuelve tu conciencia hacia DIOS “YO SOY” AQUEL que te ama, aunque hayas caído en falta, porque “YO SOY” TU CREADOR; LIBRE TE FORME, Y LIBRE QUIERO QUE SEAS.
Por lo tanto de ahora en adelante vas a decir todos los días, esta pequeña oración: “YO SOY LA PUERTA ABIERTA QUE NINGÚN SER HUMANO ME PUEDE CERRAR” y esa puerta que te lleva hacia la Paz, Hacia el Amor a Dios y a tu prójimo, hacia el bien y hacia tu felicidad, se te va a abrir ancha y franca, ahora y para siempre, Amén.
Gracias Padre que ya veo en mi mente cómo a este hermano se le abren las puertas de su prisión moral y material. Ya estás libre, hermano, véte en paz.
(Si el preso colabora y reza esto de todo corazón, al poco tiempo le será devuelta su libertad).