Gloriosa Santa Inés del Monte
a quien las celestiales luces
alumbraron su nacimiento,
dando señal de la gracia que Dios os concedía.
Vuestra infancia estuvo llena
de prodigiosas señales
llegándose a decir de vos
que eráis la llave que abría el cielo.
Bien sabido que en vuestra presencia todo mejoraba
y que los bienes materiales de los necesitados
aumentaban solucionando sus necesidades.
Acudo a vos, lleno de confianza
en que viendo mi sufrimientos
y las necesidades tan graves en las que encuentro
una vez más, haréis el prodigio
de prestarme vuestra ayuda
para solucionar mis agobios económicos.
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Bendita Santa Inés,
las deudas ya hacen insoportable mi vida,
faltándome el sustento y lo más básico
para una supervivencia digna.
Os ruego que atendáis mi súplica,
y con vuestra infinita bondad
me ayudéis a salir adelante
con mi esfuerzo y perseverancia.
Siempre gozareis de mi más puro agradecimiento
y ocuparéis un lugar de honor en mi corazón.
Santa Inés, niña bienaventurada y divina,
rogad a Dios por mi.