Señora y Madre mía de las Angustias,
a ti acudo como esclavo que deseo ser
aún siendo tu hijo, aunque inmerecido.
Te ruego, mi Reina de las Angustias,
que me protejas en mis inquietudes
y te dedico mi oración para que me alientes en el camino y,
si me quieres aceptar,
de buen grado me confieso y reitero
ser tu esclavo para mayor gloria de tu Hijo.
Amén.