Te presentaron un
paralítico
y tú te quedaste
emocionado viendo la fe que tenían,
y no pudiste
aguantarte hasta que le dijiste:
“Tus pecados están
perdonados”
y después “Toma tu
camilla y vete a tu casa”
Dime también a mi:
“Levántate y anda”
porque estoy tumbado
en la incómoda paz de
la invalidez espiritual:
Grítame, porque no sé
ni si quiero
levantarme de mi postración.
Y si no puedes darme
tu grito por mi falta de fe,
dámelo al menos, por
la de tantos “camilleros”
de tu iglesia que me
han acompañado
hasta ti, a lo largo
de mi vida.
Gracias por ellos!!