En primer lugar se hacía el conjuro a Santa Marta para atraer a los hombres a casa:
“Marta, Marta ni la digna ni la santa,
a la que por los aires anda,
a
la que se encadena,
y por ella nuestro padre Adán peco,
y todos pecamos,
del
demonio del pozo al del reposo,
el del reposo y el que suelta al preso,
al que
acompaña al ahorcado,
al diablo cojuelo, al del rastro,
y al de la carnicería,
que todos juntos os juntéis,
y en el corazón de (tal fulano) entréis,
guerra a
sangre y fuego le deis
que no pueda parar,
hasta que me venga a buscar,
demonio
cojuelo tráemelo luego,
demonio del peso tráemelo presto”
Y habiendo
dicho esto, el hombre vendría tal día por la mañana a la puerta de la casa de la
moza que quería novio.
Y si llegaba a entrar en la casa enojado, había que hacerle
una cruz con los dedos de la mano derecha sin que él lo viera, y pronunciando su
nombre dijese:
“Fulano tente en ti,
pues que Dios murió por ti”
repitiéndolo
tres veces, y después dijese:
“yo te conjuro con esta cruz,
con la santa
Veracruz,
y con la cruz de tu frente,
que me quieras mostrar
y decir el amor que
me tienes”.
Con estas palabras, al tal pretendiente se le quitaría el enojo, y
la amaría más que a su alma.
Otro de los procedimientos que se empleaba, era encender una vela y rezar un credo a las animas del purgatorio, mientras hacía “el sortilegio de la toca”, que disimuladamente consistía en la colocación de un naipe bajo el ara de un altar y esperar a que se dijeran tres misas, con sus correspondientes evangelios, concelebradas por tres sacerdotes, y después “tocar” con el naipe durante tres días: el de Navidad, de San Juan y el Jueves santo, antes de la salida del sol al que deseara seducir.
Otro de los procedimientos que se empleaba, era encender una vela y rezar un credo a las animas del purgatorio, mientras hacía “el sortilegio de la toca”, que disimuladamente consistía en la colocación de un naipe bajo el ara de un altar y esperar a que se dijeran tres misas, con sus correspondientes evangelios, concelebradas por tres sacerdotes, y después “tocar” con el naipe durante tres días: el de Navidad, de San Juan y el Jueves santo, antes de la salida del sol al que deseara seducir.
Las palabras del conjuro eran las siguientes:
“Con dos te veo,
con
cinco te ato,
tu sangre te bebo,
el corazón té parto,
con las parias del vientre
de tu madre,
la boca te tapo,
fulano vengas tan humildemente
como la suela de
mis zapatos”.
A. H. N. Sección Inquisición de Llerena. Legajo 1987.
Relación de causas
despachadas en el año 1643
en la villa de Llerena. Exp. 32