acompañado en tu cama
entre las once mil vírgenes
y una gloria a Santa Ana.
Santa Ana parió a María,
Santa Isabel a San Juan,
con estas siete palabras,
Mi niño querido,
la gente te envidia,
y a veces sin darse cuenta,
personas resentidas,
daños te envían,
que la Virgen María,
Reina de la pureza, desvía.
Santa Ana los recoge,
los envuelve y al agua,
donde no perjudiquen a nadie,
los arroja y elimina.
Con esto quedas sanado,
libre y reconfortado,
y tu ángel de la guarda,
juega contigo,
lleno de amor y gozo,
poniendo a tu alrededor,
su poderoso escudo protector.
Amén.