viernes, 8 de junio de 2012

CINCO MINUTOS CON SAN ANTONIO DE PADUA



Haced, ¡oh, Señor!,

que la intercesión de vuestro confesor y doctor San Antonio

llene de alegría a vuestra Iglesia,

para que siempre sea protegida por los auxilios espìrituales

y merezca alcanzar los eternos goces.

Por Cristo nuestro Señor.

Amén.



Cinco minutos en compañía de San Antonio


Mucho tiempo hace que yo te esperaba, porque conozco las necesidades en que te encuentras y cuyo socorro deseas obtener del Señor por mi intercesión. Estoy pronto a dispensártelo; manifiéstame sinceramente lo que necesitas, franquéame tu corazón afligido; yo derramaré sobre él una gota del bálsamo celestial, que cure todas tus llagas y haga desaparecer tus dolores.

¡Pobre amigo mío! ¡cuántas son tus adversidades, tribulaciones e indigencias, así del cuerpo como del alma! ¿No es verdad que deseas mi auxilio para llevar a feliz término aquel asunto…? ¿para salir airoso de aquel pleito…? ¿para encontrar aquella cosa perdida…? ¿para recobrar aquellos intereses…? ¿precaver aquel mal que te amenaza…? ¿para conseguir aquel bien que deseas…? ¿para restituir la paz en la familia…? ¿o en aquella otra en donde sabes que ha echado raíces la cizaña de la discordia…? ¿para impetrar el dolor de los pecados para ti y para aquellas otras personas…? ¿para alcanzar las virtudes cristianas…? ¿para librarte a ti y a aquellos tus amigos del peligro del pecado…? ¿para aliviar a tales o cuales almas allegadas de las penas del purgatorio…?

Manifiéstame, manifiéstame, hijo mío, con entera confianza tus deseos. Prontísimo estoy a escuchar tus súplicas, con tal que no sean contra tu bien espiritual. Mas en cambio de mi generosa protección, te voy a pedir una insignificante muestra de agradecimiento. Si me quieres hallar siempre propicio, sé más asiduo en la recepción de los Santos Sacramentos, más devoto de la Pasión del Señor y de nuestra amantísima Madre María, más amante de los pobres y de las almas del purgatorio; pues has de saber que nada niego cuando se me pide mediante alguna ofrenda material para los primeros o espiritual para las segundas.

Has de tener, en suma, una voluntad pronta y decidida, no sólo para ser buen cristiano, sino aún para seguir la divina vocación si te llama a estado más perfecto.







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