Todopoderoso y sempiterno Dios,
que
por los méritos e intercesión
del bienaventurado San Roque, tu Confesor,
hiciste
en otro tiempo cesar una peste general
que desolaba al género humano.
Dígnate
conceder a nuestros ruegos,
que todos los que llenos de confianza en tu
misericordia
te suplicaren los preserves de semejante azote,
sean libres, por la
intercesión de tu glorioso Confesor,
así de esta enfermedad como de todo
lo que
pueda turbar su quietud.
Por Nuestro Señor Jesucristo,
que contigo vive y reina
por los siglos de los siglos.
Amén.