Dios de la sabiduría y de la ciencia,
en quien todas las verdades tienen
su origen y su ejemplar,
y todas pueden ser contempladas y admiradas
como en su propia fuente,
escucha benigno las súplicas que,
profesores y alumnos, te dirigimos,
para no desmerecer en nuestro trabajo,
para no errar nunca en la dirección de nuestros esfuerzos
y para conseguir finalmente la alta meta
que nos hemos propuesto.
Sé tú, oh Señor,
nuestra ayuda y nuestro sostén
en las arduas pero excelsas horas dedicadas al estudio,
cuando nuestras pobres mentes se afanan
por encumbrarse hasta los más elevados
vértices de la ciencia
y se acumulan las dificultades ante nosotros.
Sé tú también, oh Verdad Infinita,
la luz que ilumina constantemente nuestros pasos
y nos manifiesta el camino seguro,
descubriéndonos las asechanzas y las insidias
del error y de la malicia,
del error y de la malicia,
guardándonos de los capciosos senderos
que quisieran desviarnos,
que quisieran desviarnos,
disipando ante nuestros ojos las nieblas
y las sombras del engaño y de la mentira.
y las sombras del engaño y de la mentira.
Concédenos que conquistemos la verdad,
aquella verdad que es una manifestación
de tu pensamiento eterno
de tu pensamiento eterno
en la inmensa armonía de las obras de tu mano,
una imperfecta expresión de tu suprema voluntad
al determinar el modo de ser y de obrar de todas las cosas,
una pálida imagen de tu misma esencia,
débilmente reflejada en la bondad,
en la belleza y en la imponente y arcana actitud
de todo lo creado.
en la belleza y en la imponente y arcana actitud
de todo lo creado.