martes, 5 de febrero de 2013

ORACIÓN A LA VIRGEN DE CHIQUINQUIRÁ DEL PAPA JUAN PABLO II

 


El 3 de julio de 1986, con motivo del Cuarto Centenario de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá,
Patrona de Colombia, el Papa Juan Pablo II, de rodillas, frente al portentoso cuadro de la Virgen,
elevó una de las plegarias más bellas
que se le haya dedicado en su honor.
 
En uno de sus extensos párrafos le dice:    

 
 
¡Dios te salve María!
Te saludamos con el Ángel:
Llena de Gracia. El Señor está contigo
(cf. Lc.1, 28).
 
Te saludamos con Isabel:
 ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¡Feliz porque has creído a las promesas divinas!
(cf. Lc. 1, 42-45).
 
Te saludamos con las palabras del Evangelio:
Feliz porque has escuchado la palabra de Dios
y la has cumplido.
(cf. Lc. 12, 27).
 
¡Tú eres la llena de gracia!
Te alabamos, Hija predilecta del Padre.
Te bendecimos Madre del Verbo divino.
Te veneramos, Madre y Modelo de toda la iglesia.
Te contemplamos, imagen realizada
de las esperanzas de toda la humanidad.
 
¡El Señor está contigo!
Tú eres la Virgen de la Anunciación,
El Sí de la humanidad entera al misterio de la salvación.
Tú eres la Hija de Sión y el arca de la Nueva Alianza
en el misterio de la Visitación.
Tú eres la Madre de Jesús nacido en Belén,
la que lo mostraste a los sencillos pastores
y a los sabios de Oriente. 
 
Tú eres la Madre que ofrece a su Hijo en el templo.
Lo acompaña hasta Egipto, lo conduce a Nazaret.
Virgen de los caminos de Jesús,
de la vida oculta y de los milagros de Caná.
Madre Dolorosa del Calvario
y Virgen gozosa de la Resurrección.
Tú eres la Madre de los discípulos de Jesús
en la espera y en el gozo de Pentecostés.
 
¡Bendita eres entre todas las mujeres!
Bendita porque creíste en la palabra del Señor,
 porque esperaste en sus promesas,
porque fuiste perfecta en el amor. 
 
Bendita por tu caridad presurosa con Isabel,
por tu bondad materna en Belén,
por tu fortaleza en la persecución,
por tu perseverancia en la búsqueda de Jesús en el templo, por tu vida sencilla en Nazaret,
por tu intercesión en Caná,
por tu presencia maternal junto a la Cruz,
por tu fidelidad en la espera de la Resurrección,
por tu oración asidua en Pentecostés.
 
Bendita eres por la gloria de tu Asunción a los cielos,
por tu maternal protección sobre la Iglesia,
por tu constante intercesión por toda la humanidad”.



 

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