Mientras se dirige al lugar en el que probara suerte con los juegos de azar,
invoque a San Cono, el santo protector de los jugadores,
por medio de la
siguiente oración:
"San Cono, haz que la suerte me beneficie,
que los misteriosos hilos del azar
se tejan para mi bien,
que con mi jugada alcance los medios materiales
que
necesito para realizar mis sueños.
Gracias San Cono por darme tu bendición
y
regalarme la alegría de alcanzar lo que deseo."
Luego, al llegar a su casa,
préndale una vela blanca
y colóquele como ofrenda
un ramito de perejil.