¡Glorioso San Expedito, mártir, protector nuestro!
Conociendo tu valimiento ante Dios,
venimos a presentarte nuestras súplicas.
Tú conoces nuestras necesidades más urgentes.
Las ponemos en tus manos.
Esperamos que nos alcances ante Dios
una pronta solución.
Deseamos sentir hoy mismo tu protección.
A la vez te pedimos que nos obtengas de Dios
una fe firme que jamás desfallezca,
una ardiente caridad que nos inflame en su amor y
en el amor a los demás,
y una esperanza alegre
aún en medio de nuestros problemas.
Lo suplicamos por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Glorioso mártir de la fe, San Expedito,
que asistido de la gracia divina
confesaste valerosamente a Cristo;
en la vida, con los ejemplos de una santidad heroica,
y en el martirio, con la serena y humilde población
de tu sangre generosa derramada por Él.
Admíteme, te lo ruego,
en el número de los devotos
que confiadamente se encomiendan a ti,
para que presentada por tus manos al Señor
la petición que hoy humildemente le dirijo,
sea pronta y favorablemente despachada,
para gloria de Dios,
resplandor de tu nombre y bien de mi alma.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
Acudo a ti, San Expedito,
para que me remedies
(indicar la causa).
Que tu fuerza y tu apoyo
me concedan por obra de Jesús, del Espíritu Santo
y de nuestro santo Padre lo que te pido.
Por esto te suplico, y que mejorándome en mi vida diaria,
me consigas lo que tanto deseo en estos momentos.
Amén.
(Se acompaña con un padrenuestro, una avemaría y gloria)