Señor y Dios
nuestro,
te damos las más infinitas gracias
por las maravillas que has creado,
poniendo a nuestra disposición el universo entero.
Haz que
responsablemente saquemos de la tierra
el pan de cada día y, a ejemplo de san
Isidro Labrador, cumplamos fielmente con nuestros deberes.
Te rogamos, que al igual que permitiste
a tu siervo Isidro, hacer brotar agua en el campo
hagas que llueva en nuestros campos
para que nuestras cosechas crezcan abundantemente
y de esta manera podamos obtener un sustento digno.
Ayúdanos a implantar
la justicia en el mundo,
de modo que todos los pueblos puedan disponer
de lo
necesario para su alimentación
y su formación humana y cristiana.
Amén.