Quisiera, Señor, decirte...
todo lo que en Ti he encontrado.
al mirarte abandonado llorando por mí quizá;
Quisiera decir a todos que aún les estás esperando,
y que un Dios que está llorando a nadie rechazará.
Los que sufrís en la vida esos dolores sin nombre,
venid, mirad a este Hombre que sabe lo que es llorar,
os mirará compasivo y olvidará sus dolores
aunque son mucho mayores por poderos consolar.
Los que nunca habéis triunfado,
los que siempre habéis sentido la soledad
y el olvido y el frío del corazón,
mirad a un hombre que sabe de abandono,
de amarguras, de olvido de criaturas,
de dolor, de incomprensión.
Vosotros, los pecadores,
los que le habéis despreciado, los que así le habéis parado,
mirad a este Hombre que es Dios;
no temáis que no os reciba, que el amor a sus hermanos
le ha atado de pies y manos y no puede huir de vos.
le ha atado de pies y manos y no puede huir de vos.
Y los que habéis sido suyos y después le habéis dejado, miradle aquí, tan callado porque ya no quiere hablar;
mirad al que ya no os mira porque tanto os ha mirado
que sus ojos se han cegado de miraros y llorar.
Miradle los que sois suyos, miradle
para imitarle y miradle para amarle.
Pues no hay un amor más fiel;
no quitéis jamás los ojos de este Maestro Divino
porque no hay otro camino para caminar por él.
Y luego tú, alma escogida,
alma mil veces dichosa
porque has encontrado hermosa la Faz de tu Cristo así, agradece esas salivas que su rostro ha recibido
y esa sangre que ha corrido para hermosearte a ti,
y en fin, mirad Padre Eterno, mirad así a Vuestro Cristo,
y después de haberle visto miradnos con compasión.
Sólo por Él somos dignos
de esperar algún consuelo,
de alzar los ojos al Cielo
y de alcanzar el perdón.